domingo, 10 de agosto de 2008

La llegada de Ella.

Ella se fue.

No estaba.

Toda la casa era un gigantesco vacio de ti.

Un vacio de ti y una ausencia de mi.

La belleza de la ausencia de la presencia no alcanzada.

La añorada nostalgia de vivir sin vivir.

Reir de un alma tintineante que se refleja delicada en la bruma taciturna de la nostalgia de aquello que nunca fue de mi.

Añoranza.

Triste y dulce añoranza.

Mi angel ausente.

La palabra dormida.

La palabra guardada.

La belleza del instante acontecido no sucedido, sin comienzo pero con un fin.

Cuando el universo es una ausencia y su regreso una esperanza.

La creencia de dios se vuelve la certeza de la consciencia de tu belleza diluida en el orbe de mi mirada.

El mundo que construyo clama la ternura de los pilares de dos lagrimas embebidas de dulce fantasia de un mañana que te traiga.

Y el mundo permanecia en silencio sin ti.

No podia hablar de la nada del todo sin ti.

Lo mas doloroso... no poderte proteger.

Envolver.

Como se tiende haces de luz a las estrellas para con luz, su luz taparlas, asi extiende mi mente pensamientos de ti, y recordandote me recordaba.

La poesia de un oriente susurrante de misterios de mil y una noches ensoñadas en tu rostro bello trigueño de dorado budico ungido.

La piel de un hermoso cuerpo es el tapiz de las hazañas de adoracion de la luz.

Mi pretension hacerte sentir asi.

El conocimiento poetico de la mistica de tu infinitud, extenderla como estandarte de un ejercito poetico de misterio de lo eterno.

La palabra contenida en la garganta de la noche de poesia en febril mistica de un sutil gesto que en el mundo cierto, de lo incierto, me hable de ti.

Si no puedo verte, cierro los ojos para intuir, los designios de los caminos de la senda del sonido de ti.

Yace lo poetico como la recreacion de cada momento sin ti.

...no le busques sentido, no lo tiene.

miguel mochales, maestro zen

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